martes, 16 de octubre de 2012

Grace en mi memoria, sobre todo


He comentado esto antes, pero quiero hacerlo una vez más... Hace cinco años, un 14 de octubre, fui por vez primera a Grace, una iglesia cristiana en el Estado de Virginia, dentro del perímetro del metro de Washington DC. Quedé cautivado por la Palabra de Dios. Quien predicaba era el pastor John Slye, una persona que ha marcado mi vida tanto como la marca ahora el pastor de mi actual hogar, Camino de Vida. La prédica del pastor John era sobre Relaciones. ¡Todo ese mes dedicó sus prédicas a este tema de una manera tan sencilla, pero profunda, que nunca, aún hoy, dejo de maravillarme cuando las recuerdo! Ahora, viviendo en Lima, me encuentro disfrutando de una Conferencia sobre el mismo tema en Camino de Vida.

Hace unos días, entré a la página de Grace para escuchar una de las prédicas del pastor John y vi que estaba en una nueva serie sobre Relaciones (en realidad cada año le dedica buen tiempo al tema). Lo primero que le escucho decir es: “No hay una vida estupenda sin relaciones estupendas”. ¡Tan simple como eso! Y la primera relación, la fuente de todas nuestras relaciones, es con Dios. Lo demás fluye o debe fluir. En mis relaciones, con las personas que amo y aprecio, familiares y amistades, así como mis compañeros del trabajo, me ha tomado un buen tiempo aprender a preguntarme ¿Dónde está Jesús en medio esto? Debe estarlo (la Biblia dice que Jesús lo cubre todo en todo). Creo que si queremos que Jesús esté en medio de nuestras relaciones, debemos actuar como él actuaría. Eso implica, no pensar en nuestras necesidades, sino en las de la otra persona; tratar a las personas como nos gustaría que nos traten; pensar lo mejor de las personas, no juzgarlas. Bendecirlas, quererlas y desearles lo mejor. Amarlas tal como Jesús nos amó, ama y amará. Es todo un reto que tenemos como cristianos...

Acompaño esta nota, con una canción de Aline Barros, que solía escuchar en el 2008, y que estaba en un CD que me grabó mi hermanita Silvia. Estuvo en mi primer CD cristiano, junto a Digno eres Señor de Marco Barrientos. 



domingo, 5 de agosto de 2012

Eligiendo qué película ver...



Hace poco, pensando en ver una película de la cartelera, me preguntaba ¿qué criterios usaba normalmente para ir a ver una película nueva? Como resultado de ello, puse en blanco y negro lo que pongo usualmente en práctica:



1. Quién es el director. Este es uno de los mejores criterios. Casi seguro querré ver una película si el director es Woody Allen (lo veo así su película tenga mala crítica porque es, como me dijo un amigo hace años, lo mismo que cuando visitas a un amigo: por encima de todo, te importa saber cómo va), Clint Eastwood (revelado como un  director genial), Martín Scorsese ("Taxi Driver", "The Age of the Innocence", etc.), Ford Coopola ("The Godfather"), los hermanos Cohen ("Fargo", "The Man Who Wasn't There", etc.), los Wachowski ("The Matrix"), Christopher Nolan ("Memento", "The Dark Night", "Inception", etc.), Ridley Scott ("Alien", "Blade Runner", etc.), Terry Gilliam ("Brazil", "12 Monkeys", etc.), Pedro Almodóvar ("Todo sobre mi Madre", "Hable con ella", etc.), Adolfo Aristaraín, Quentin Tarantino (quien maneja una estética de la violencia impresionante), Tim Burton (único en el mundo del cine, para quien el argumento está al servicio de las imágenes y no al revés), Brian De Palma (“The Untouchables” es un joya de película de gansters), Steven Spielberg (pero no como productor), David Fincher (“Seven” es un peliculón y dicen que dirigiría una película sobre Bobby Fischer), Arturo Ripsten ("Principio y fin"), San Raimi (aunque le faltó destreza haciendo las películas del arácnido, me quedo con “A simple plan”, que es una joya del cine, y “Darkman”), Frank Miller (más historietista que otra cosa, pero su versión cinematográfica de “Sin City”, como co-director junto a Robert Rodríguez, es notable), Peter Jackson (más allá de la saga de Lord of the Rigns, me gusta mucho "Heavenly Creatures"), Alejandro Amenábar ("Tesis", "The Others", etc), Night Shyamalan ("Sixth Sense", "Unbreakable", "The Village", etc.), entre otros. Como sólo hablo de películas nuevas me ahorro el mencionar directores ya fallecidos como Stanley Kubrick, Truffaut, etc.

2. Quién actúa. Si actúa Ed Norton (para mí el mejor actor del mundo y quien, además, sabe escoger sus papeles), Gary Oldman (conocido ahora como Comisionado Gordon por su actuación en la saga de Batman, pero a quien recuerdo por su notable interpretación en "Bram Stroker’s Dracula" y, sobre todo, como policía corrupto en "The Professional"), Jeremy Irons ("The Mission", etc.), Robert de Niro ("The Mission", "Taxi Driver", etc.), Kevin Spacy (tiene actuaciones memorables como en "Usual Suspects", "Seven" y "American Beauty"), Daniel Day Lewis (un sibarita para escoger sus papeles), Leonardo Di Caprio (uno de los grandes, pese al estigma de actor de quinceañeras que pesaba sobre él), Federico Luppi (formidable actor argentino), Ricardo Darín, Sean Pean, Daniel Autier, Anthony Hopkins, Tom Hanks (a quien sigo desde "Bosom Buddies", traducida como "Amigos del Alma", mucho antes de convertirse en la mega estrella que es), Brad Pitt (quien tiene muy buenas actuaciones como aquella en "12 Monkeys", "The Fight Club", "Snatch" y "Seven") entre otros. Entre las actrices, las clásicas Meryl Streep y Glenn Close, así como Judy Dench, Nicole Kidman, Juliette Binoche, Marisa Paredes, Cecilia Roth, Norma Leandro, y, más recientemente, Natalie Portman y Scarlett Johansson (comprenderán que no me perdí “The Other Boleyn girl” donde ambas aparecen como hermanas). Hay muy buenas otras actrices, pero, como se quejan ellas mismas, hay pocos grandes papeles para actrices.

3. Qué premios ha recibido. Si ganó o estuvo nominada en el Festival de Cannes, Sundance, El Óscar, Los Premios Goya, El Oso de Berlín, Festival de San Sebastián, etc. Cierto que, a veces, algunos premios se basan en criterios comerciales, por tanto la mejor película, no siempre es la mejor película, pero casi siempre una película bastante decente.

4. Una película argentina con buena crítica. Este criterio puede ser raro para muchos, pero admiro el cine argentino. He visto una respetable cantidad de buenas películas argentinas. Sus cineastas tienen una sensibilidad para contar las historias que no es muy común (el mismo talenteo que tienen varios de sus guionistas de historietas). Como no está muy contaminada de la onda comercial, la crítica de cine suele ser recibida más por méritos de calidad de la película que por la taquilla.

5. Una película de un personaje real o de ficción que siga o admire o esté basado en una novela o cuento que me haya gustado especialmente. Acá sucumbo a ver muchas películas de súper héroes. Voy con el afán de divertirme, pero si me sorprenden con una buena película, tipo X-Men o Batman, tanto mejor. En cuanto a novelas o cuentos, la lista puede devenir en algo interminable.

6. Una película peruana con crítica y argumento aceptables. Quienes me conocen saben que no soy chauvinista, pero ver mi ciudad en pantalla gigante me gusta :)

miércoles, 25 de julio de 2012

Unas líneas sobre The Amazing Spider-Man de Webb


Quería decir algunas pocas líneas sobre The Amazing Spider-Man de Marc Webb en la que Andrew Garfield hace del héroe arácnido. Es inevitable compararla con las películas Spider-Man de San Raimi en las que actuó Tobey Maguire. Me gusta más esta versión de Webb básicamente porque el Peter Parker interpretado por Garfield está mejor logrado que el de Maguire. Pese al éxito de taquilla, creo que la mayor deficiencia de las tres películas de Raimi fue la mala construcción de Peter Parker como personaje. Ése no era el Parker que uno conocía en las historietas, específicamente en los primeros números de la saga que fueron escritos nada menos que por Stan Lee, sino un garabato de él. Parecía que le habían encargado a MAD, revista americana de humor satírico, hacer una burla sobre el personaje.

Es cierto que el Parker de Stan Lee en las historitas era tímido y socialmente algo torpe o inexperto, especialmente cuando relacionarse con chicas se trataba, pero era inteligente, como no podía ser de otra forma tratándose de un geniecillo científico, tenía mucho carácter y era valeroso y altruista en toda circunstancia. Era un personaje muy rico en carácter y personalidad que marcó una gran diferencia con otros personajes de súper héroes coetáneos. El Peter Parker sin traje era muchas veces tanto o más importante que el Peter Parker con el traje de Spider-Man columpiándose entre los rascacielos de Manhattan.

Raimi entendió mal la torpeza de Peter Parker y la llevó al absurdo de presentarlo físicamente torpe, lo cual, como sabemos, es ilógico porque si hay algo que Spider-Man tiene es una habilidad física extrema. La escena de la segunda película de Raimi en la que muestra a un Peter Parker repartidor de pizzas tratando de cerrar la puerta de un depósito y se le caen todas las cosas de adentro (escobas, etc.), es absolutamente patética. Parece una escena más apropiada del Chapulín Colorado. Para colmo de males, el Parker interpretado por Maguire era aburrido, sin gracia y andaba con una cara como quien era el último de enterarse de todo. O sea, sin rasgos de inteligencia. Y cuando sonreía a uno le daban ganas de llorar. Para colmo de males, no había química entre Maguire y Kristen Dunst, quien interpretaba a Mary Jane. No chemistry at all, ni aunque se cuelgue de cabeza de su telaraña y la bese bajo la lluvia (escena que, hay que admitir, quedó para posteridad).

El “nuevo” Parker interpretado por Garfield corrige todos esos defectos y nos muestra a un personaje más acorde con el Parker de las historietas: tímido, pero inteligente; valiente y ameno. Hay, al menos, cierta química entre él y Emma Stone, quien interpreta a Gwen Stacy (por cierto, así como en la última versión cinematográfica, en las historietas es Gwen el primer amor de Parker y no Mary Jane de quien el telarañudo se enamora tras morir Gwen a manos del duende verde).

Visualmente, también, la película de Webb me deja más satisfecho que la del Raimi. Las escenas nos presentan a un Spider-Man más plástico, veloz y ágil. La plasticidad del personaje en esta cinta es un verdadero logro. Obviamente hay todo un aprendizaje a través de los años en el manejo de los efectos especiales que permiten darle mayor plasticidad al personaje y, eso es notorio, pero no deja de ser significativo el progreso en ese respecto de Spider-Man 3 (la peor de la saga de Raimi) a esta película de Webb.

Lo que ninguna de las versiones, ni las de Raimi ni la de Webb, logra es presentarnos a un Spider-Man lo suficientemente irónico y sarcástico como lo era el personaje de historietas cuando peleaba con los malhechores. La ironía de Spidey con sus rivales e incluso consigo mismo era parte del espectáculo y encanto de la saga (Algo que las películas de Iron-Man han aprovechado para construir al Tony Star interpretado por Downey Jr., aunque esa característica estaba ausente de las versiones del Iron-Man de los cómics).

En cuanto al argumento, la historia de la conversión de Parker en Spider-Man está bien hecha. Respeta, en líneas generales, la versión de la historieta y evita inteligentemente repetir escenas harto conocidas que aún resultan frescas debido a la primera película de Raimi. Webb aprovecha, además, la historia que se agregó en los 90s al cómic, de que los padres de Peter eran espías, lo cual no formaba parte de la historia original presentada en los 60s. Todo eso bien en cuanto a la línea argumental del personaje, sin embargo, acá viene lo malo, en cuanto a la historia particular del filme, es decir, aquella con el lagarto, ésta resulta demasiado trillada. Otra vez el tema del malo queriendo convertir a todos en malos. Resulta demasiado pueril y muestra una carencia de recursos. Ya vimos eso en tantas películas (ejemplo, en X-Men) que me pregunto por qué le cuesta tanto a Hollywood hacer una historia más original.

Para concluir, aunque no es una gran película, The Amazing Spider-Man se deja ver y disfrutar por sus seguidores y no seguidores. Creo que no decepciona. A mí, al menos, me alegra que el Peter Parker haya sido mejor construido que en las anteriores versiones y se hayan superado evidentes deficiencias conceptuales del personaje. Creo que la buena factura de cualquier película sobre Spider-Man que se haga no estará en el disfrute visual del personaje columpiándose y haciendo cosas asombrosas que lo alejan de lo humano, sino en la construcción de su alter ego, un Peter Parker sin traje, quien, inmerso en sus reflexiones y dudas existenciales, en su drama cotidiano, queda humanizado ante los ojos del espectador. Ése fue el principal éxito de la saga de historietas creada por Stan Lee y Steve Ditko hace casi medio siglo atrás.
PD: Artículo relacionado en Nido de Erratas:

sábado, 14 de julio de 2012

Señales de humo


Hace unos días me pasó un incidente. Salí de mi casa con dirección a trabajar y, llegando al edificio de mi trabajo, pensando en qué desayunaría para empezar el día, me acordé que había olvidado una cacerola prendida en la cocina. Había pasado cerca de una hora ya. Regresé a casa confiando en Dios, en que nada iba a pasar. Llegando, Alejandro, quien cuida el edificio donde vivo, me recibió diciéndome que estaba saliendo mucho humo por la ventana de mi cocina. Subí apresurado y entré a mi departamento. Cuando abrí la puerta, el humo salió a recibirme. La cocina era un sauna, pero no había fuego. Apagué la cocina y recorrí todo mi departamento con aromatizador en mano. Me dediqué a abrir las ventanas. El humo estaba por todo sitio. Me pregunté como una pequeña cacerola podía causar tanto estrago. Entré finalmente a mi biblioteca, aquel lugar que he puesto todo, mis libros, historietas y discos, con el mayor detalle posible. Aquel espacio que contiene muchos recuerdos felices, desde mis 8 años en que empecé como lector de historietas. Todo olía a humo. Abrí las puertas del balcón para dejar salir el humo invasor, miré hacia mis queridos libros y me dije: “Ojalá que ustedes nunca tengan que arder”.

martes, 3 de julio de 2012

Un alto para disfrutar de aquello que nos gusta


Hace poco, paseando por primera vez por las calles de Quito en compañía de un buen amigo, vinieron a mi mente cosas que tanto me gustan y que he disfrutado siempre, desde adolecente, y algunas desde niño. Me encanta, primero que nada, una buena conversación, incluso con aquellas personas con las que, teniendo perspectivas distintas de la vida, te desafían a esforzarte en tus reflexiones y argumentaciones. Encuentro muy placentero la batalla de ideas y de la lógica cuando es bien llevada (el Ajedrez es el caso perfecto de esa batalla, por eso es que lo amo tanto, porque en él, como dijo un gran ajedrecista ya fallecido, ¡la retórica no sirve de nada porque se ve desnuda ante la belleza de la lógica!). Disfruto, más aun, conversar caminando, así, casi erráticamente, casi sin dirección.

Aun cuando hay varias cosas simples de la vida que podemos disfrutar día a día, compruebo que, muchas veces, nos escudamos en que tenemos demasiadas responsabilidades y terminamos dejándolas de lado. Ése ha sido, un poco, el ritmo de mis actividades durante los últimos dos años, debido a la carga de trabajo y otras responsabilidades. Estando un día de paseo, he reparado en lo saludable que resulta darse un tiempo para descansar y tomar distancia de nuestras responsabilidades y hacer cosas que nos hagan disfrutar de las cosas que Dios puso a nuestro alrededor, sin ningún afán de por medio (El Señor mismo se tomó un descanso tras la Creación y, estoy convencido de esto, no fue porque estuviera cansado sino para darnos el ejemplo que necesita el hombre, que sí se fatiga, de tomar un descanso y disfrutar de lo que es capaz de producir).

Pensando en ello, recordé que desde niño y adolescente el Señor hizo de mí una persona que le gustaba disfrutar de varias cosas. Una persona que amaba leer comics (que he dejado de lado por el pretexto del tiempo), practicar al ajedrez (que había dejado de lado por la misma perenne excusa, pero que, ¡al fin!, he vuelto a retomar ya regularmente, aunque sea contra un oponente computarizado), leer una buena obra literaria (cuya lectura he dejado de lado, también por falta de tiempo), ir al cine (al que he dejado de ir con la regularidad de antes, también por la excusa del tiempo), dibujar (no llegué practicarlo con regularidad, pero formó parte de mi ilusión adolecente de ser dibujante de historietas) y escuchar música (esto, debo decir, no lo he dejado nunca, sino cambiado un poco de bandas y géneros musicales, ¡aunque igual fui a ver Charly García ahora que vino a Lima!). Mucho tiempo después descubrí que también me hacía feliz escribir y, aunque no tengo la habilidad que quisiera, me hace definitivamente muy, pero muy dichoso. Esto también he dejado de hacer con la regularidad de hace un par de años.

Una vez, hace años ya, una querida amiga, que tenía el encanto de saber disfrutar de las cosas de una manera que yo admiraba, me dijo: “Mira las cosas que están a tu alrededor y sé feliz”. Se refería a eso, a disfrutar de las cosas simples de la vida que tengo alrededor mío, al alcance de mi mano. No tengo que escalar una enorme montaña para eso, tan solo la calzada de mi voluntad. No sé si podré hacer todo lo que quisiera, pero empezaré tomándome una noche a la semana para ir al cine y un par de horas del fin de semana para leer un buen comic del cúmulo de ellos, de buen calibre, que descansan en mi biblioteca. Sé que si el Señor puso esa capacidad de disfrute e interés en todas estas cosas, lo hizo para darme alegrías. Yo quiero hacer todas esas cosas otra vez, pero, a diferencia de antes, saber encontrarlo a Él en cada una de esas cosas. Saber que Él me dio esa capacidad de disfrute es un primer paso para empezar a encontrarlo también en ellas. Total, el Señor Jesús, como dice la Palabra, lo cubre todo en todo :)

domingo, 3 de junio de 2012

En algún lugar de un gran país

¡Qué ganas de escuchar esta canción! Es una de las canciones emblemáticas de Duncan Dhu. La letra, de Mikel Erentxun, es el lamento sobre un "gran país". Algo así como un país fallido, que, en realidad, representa la propia tierra. Me suena, para ponerlo en términos bíblicos, como la tierra caída.

domingo, 19 de febrero de 2012

Llueve otra vez...



Descubrí esta canción de Silvio, “Llueve otra vez”, que nunca antes había escuchado. Me gustó mucho. Encierra mucha poesía. Nuevamente la lluvia como un elemento poético de fuerza.


Llueve otra vez

Llueve otra vez detrás de mis frontales
entre oreja y oreja nubes bajas
oscuras como caras
se disfrazan de fieros animales

Una mujer he visto cuatro veces
con los ojos comunes de nosotros
cuatro mil con los otros
con los de padecer horas y meses

Llueve otra vez
donde no hay más conmigo
que fieros animales
que tiernos enemigos

Llueve otra vez
detrás de mis frontales
¡oh! campo sin abrigo
¡oh! calles sin portales

Llueve tan bien que el fin de la semana
en vez de ser domingo en mi cabeza
es sólo la tristeza
helándome el cerebro y la mañana

Una mujer que nunca me provoca
me ha condenado a lluvias sin motivo
y desde entonces vivo
ahogado en el deseo de su boca

Llueve otra vez
donde no hay más conmigo
que fieros animales
que tiernos enemigos

Llueve otra vez
detrás de mis frontales
¡oh! campo sin abrigo
¡oh! calles sin portales

Una mujer que nunca me provoca
me ha condenado a lluvias sin motivo
y desde entonces vivo
ahogado en el deseo de su boca

Llueve otra vez

miércoles, 8 de febrero de 2012

La Grandeza de Julio



Un gran amigo y especialista en ajedrez, James Alvis, acaba de publicar un libro sobre Julio Granda “Joyas ajedrecísticas de Julio Granda” con cerca de 160 partidas de torneo comentadas, de la ya larga carrera de Julio. La importancia del libro estriba no sólo porque cubre un vacío en la literatura ajedrecística, sino también porque brinda un excelente material de partidas comentadas y anécdotas incluidas para conocer muy de cerca el genio ajedrecístico de Granda. James ha tenido la gentileza de invitarme a hacer el prólogo de su libro y, aunque no haya ninguna razón que me califique para tal honor, terminé por aceptar ¿Cómo decir no a una invitación tan especial? Comparto el prólogo en cuestión. [Cualquier comentario o pedido pueden escribir al autor a libro_granda@yahoo.es].

La Grandeza de Julio

x Carlos Tovar

Julio Granda se hace conocido en el mundo a partir de 1981, cuando con la edad de trece años conquista el título de campeón mundial infantil de ajedrez en Mazatlán, México. Por entonces eran pocos, fuera del círculo de ajedrecistas, los que sabían de él, incluso en su misma patria, Perú, pero, en adelante, resultaría difícil encontrar un peruano que no conozca quién era Granda. Su fama, dentro y fuera de su país, creció con justificada razón merced a su talento para el ajedrez y dominio a nivel sudamericano y, posteriormente, a su consagración entre los cincuenta mejores jugadores del mundo. Llegó a ubicarse en el puesto 25 del ranking de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).

Julio es un caso singular en la historia del ajedrez mundial. Debe muchísimo de lo que ha conseguido en este deporte a su enorme talento y poco o nada a su escasa devoción hacia él. A diferencia del resto de jugadores de élite, Julio nunca ha sido un devoto del ajedrez, ni se ha rendido ante él con apasionamiento. Parece mantener cierta distancia hacia el juego. Su entrega total a él parecería ocurrir sólo durante la partida, en la cual su concentración es total y su deseo de triunfo es desbordante. Pero, una vez acabada la partida, se aleja del juego nuevamente. Su aproximación a este bello juego es como la del amante que llega y, a la mañana siguiente, huye. Entrega lo mejor de sí en cada encuentro pero cuando éste termina sale huyendo, sin que nadie, ni siquiera una diosa como Caissa, sepa cuándo regresará.

El maestro internacional Oscar Quiñones, quien lo entrenó por algún tiempo, acompañándolo a torneos internacionales en los que Julio participaba siendo adolecente, comenta que Granda se entregaba de cuerpo y alma a cada partida, pero que una vez que ésta finalizaba, la partida parecía carecer de importancia para él. No mostraba, por ejemplo, mayor interés en conservar las planillas de sus partidas, las cuales dejaba olvidadas por cualquier lado. La partida que le importaba no era la que se jugó ni la que se iba a jugar, sino aquella que estaba jugando. Naturalmente tal actitud tiene dos grandes desventajas. La primera es que Julio no mostraba interés en estudiar sus partidas pasadas, sino, acaso, buscar soluciones sobre el tablero si se le aparecían posiciones que ya había jugado antes. La segunda es que, al no pensar en la partida de mañana, tampoco se motivaba para prepararse.

¿Por qué todo ese desdén hacia la preparación por parte de Julio? La explicación, aparentemente, está en su experiencia de niño con el ajedrez. Parece que desde pequeño, Julio desarrolló cierto rechazo a tener que prepararse para jugar al ajedrez. Su padre, consciente del enorme talento de su pequeño hijo, lo obligaba a entrenarse mientras sus hermanos iban a jugar al fútbol. La preparación para Julio, entonces, terminó de asociarse, probablemente, a un recuerdo negativo, a cierto grado de privación. Como consecuencia de ello, cuando creció, dio rienda suelta a su forma de enfrentar sus retos deportivos: confiar en su enorme talento.

Nada de lo anterior sería particularmente interesante a no ser que, pese a tener un entrenamiento deficiente, sus resultados no lo son. Julio tiene partidas notables y victorias resonantes las cuales le han ganado un lugar respetable en la palestra internacional. Su fuerza y calidad de juego es todo un misterio en el ajedrez. El mismísimo Bobby Fischer quedó impresionado del juego de Julio cuando Seirawan le mostró la partida que había perdido ante él en el Cuarto Torneo Internacional de Ajedrez “83 Aniversario de Miguel Najdorf” 1993 (ver partida 46). La novena jugada de Granda que implicaba un sorprendente sacrificio de pieza en plena apertura (9. Cxe5), encontrada sin duda por Julio sobre el tablero, dejó encantado a Bobby.

Como aquella partida contra Seirawan, Julio tiene muchas otras de maravillosa factura. Delicioso es uno de sus dos empates contra Anand (Gausdal, 1986), en la que ambos jugadores hacen gala de un preciso juego táctico (ver partida 10). Maravillosa es su partida contra Miles (Zagreb, 1987), en la que maniobra estupendamente con su pareja de alfiles, tal vez su más notable final (ver partida 14). Una obra de arte es, también, su partida contra Kamsky (Holanda, 1996) en la que Julio hace un derroche de su genio, que termina doblegando al americano en tan sólo 29 jugadas (ver partida 68). Uno de los aspectos más sorprendentes de esta victoria es que bate a Gata jugando una apertura que este último debía haber analizado hasta la saciedad cuando se preparaba para su encuentro contra Karpov, celebrado sólo unos pocos meses antes. Notable, también, es su victoria sobre Topalov (Forli, 1988) a quien superó largamente en el juego táctico (ver partida 16). Por otro lado, una muestra de su estilo batallador son sus largas y extenuantes partidas en busca de la victoria contra Lautier (Wijk aan Zee, 1997) y Ponomariov (Festival Ruy López, 2007), a quienes, luego de 88 y 78 movidas, respectivamente, obligó a inclinar sus reyes (ver partidas 74 y 116).

Cuando uno echa una mirada a su ya larga carrera, sabiendo de su escasa preparación, no deja de asombrarse que tenga scores favorables contra varios jugadores de élite como Korchnoi (3-1), Seirawan (2.5-0.5), Short (1-0), Van Wely (4.5-0.5), Nunn (2-0), Kamsky (2-1), Topalov (2-1), Morozevich (2-0), entre otros. Y que tenga score igualados contra Shirov (2.5-2.5), Ponomariov (1-1), Leko (0.5-0.5).

A nivel de competiciones, sus dos más sonadas victorias ocurrieron en Holanda. En 1995, comparte el primer lugar del Donner Inmemorial con Timman, delante de Judit Polgar, Shirov, Halifman, Morozevich, Salov, Piket, entre otros jugadores de élite. El año siguiente, volvió a obtener el primer lugar, compartiéndolo con Ivanchuk, y dejando atrás a jugadores de la talla de Kamsky, Salov, Piket, Timman y Morozevich.

Si Granda, estoy convencido de esto, hubiera nacido en la época de Lasker o Capablanca en la que aún se podía confiar 80% en el talento y 20% en la preparación, en tanto que la teoría ajedrecista era considerablemente menor a la actual, hubiera sido muy probablemente campeón mundial. Naturalmente, esto queda en el campo especulativo por lo que no ahondaré vanamente en argumentaciones. Lo que tenemos, por seguro, es a un genio desapasionado por la preparación, quien prefiere desplegar a mano limpia, a capela, su incomparable comprensión del ajedrez. Pura como un diamante en bruto.

He escuchado a muchos lamentarse de que Julio nunca se haya dedicado de cuerpo y alma al juego; que de otra manera hubiese llegado muchísimo más lejos. Yo creo que es un error pensar así. Julio es como es y así lo queremos y apreciamos. Así nos ha dado felicidad. Es un luchador de batallas presentes. Tal vez puede habernos privado contemplar mayores logros deportivos, pero no de su genio, puro y sin retoques. Menos de su arte. Nos ha permitido disfrutar del ajedrez de una manera sumamente valiosa, al ver toda su genialidad, en partidas que el lector encontrará en este maravilloso libro, desbordada ante un rival muchas veces menos talentoso, pero bien armado hasta los dientes. Y aun así, muchísimas veces, Julio ha sido capaz de vencer y repetir la historia de David frente a Goliat.

Este libro, escrito por James Alvis Tafur, un especialista en ajedrez, gran conocedor de partidas, encuentros, anécdotas y datos rebuscados que conforman el mundo del ajedrez, contiene una excelente selección de las partidas de Julio Granda, con oportunos comentarios y anécdotas incluidas. Este trabajo refleja la dedicación y minuciosidad del autor para revisar, analizar y comentar las partidas de este notable jugador que es Julio Granda. Se trata de una obra largamente esperada que, de seguro, será de lectura obligatoria para la nueva generación de jóvenes en formación ajedrecística, no sólo en Perú, sino en cualquier lugar donde se practique ajedrez. A través de este libro el lector podrá ver, de una manera integral, el juego de uno de los jugadores más talentosos del planeta, y sin duda el más grande ajedrecista que ha surgido en Sudamérica.

domingo, 22 de enero de 2012

Como lágrimas en la lluvia...

Ésta es la escena cúspide de Blade Runner, película de culto del género de ciencia ficción. Rick Deckard (Harrison Ford) es un agente encargado de aniquilar a los “replicantes”, seres de forma humana construidos genéticamente que, si bien son más fuertes que los humanos, carecen, aparentemente, de sentimientos. El mundo declara que deben ser exterminados.

Esta escena empieza con Deckard vencido por el replicante Roy Batty. Deckard está a punto de caer al vacío, pero, para su asombro y el del espéctador, es salvado por el replicante, quien sabe que tarde o temprano, así logre escapar de Deckard, será exterminado. Acepta su muerte, pero no quiere más muertes, ni la de Deckard, su enemigo humano. “¿Por qué?”, se pregunta Deckard luego, quizás porque, se responde así mismo, el replicante amaba la VIDA más que nunca antes, y eso implica amar no sólo su vida, sino la de todos. Antes de morir, el replicante solo expresa su lamento, la de una “especie” a punto desaparecer, y dice sobre sus recuerdos, “todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia” (All those moments will be lost in time, like tears in rain).

Definitivamente el buen cine puede hacer poesía…


miércoles, 4 de enero de 2012

Varios "quisiera", pero sólo uno al final...

(Tira de Liniers)



Se fue el año 2011 en un abrir y cerrar de ojos. Me resulta difícil caracterizarlo en relación a mi persona porque fue un año de muchas actividades, de trabajo, de dictado de clases, de estudio en el Seminario y en la red de hombres de Camino, de servicio, de lectura. También fue un año de dormir poco, de acostarme más de la 1 am y levantarme antes de las 7 am; de salir corriendo de aquí para allá; de no poder ver a toda gente que quería ver, mis viejos amigos, especialmente; y de pasar más tiempo con nuevos amigos. Fue un año de conocer a mi mentor y a su esposa, de aprender de ellos, de quererlos cada vez más. Fue, también, un año de encantos y desencantos, como suele suceder. ¿Cómo, a partir de todo ello, describir lo que fue para mí el 2011? Lo más cercano que encuentro para describirlo es que fue un año de mucho aprendizaje. En todo sentido. Es decir, ¡fue un gran año!

En 2012 terminaré los cursos de la red. Los dos primeros años se fueron volando. Recuerdo bien aquel mediodía del 2009 que salía del culto de Camino y un buen hombre se me acercó y me invitó a tomar el curso de la red. Totalmente descreído acepté a tomarlo y ahora, en perspectiva, veo que fue una bendición. Hasta entonces iba sólo una vez por mes a Camino porque me congregaba en otra iglesia. El curso de la red me terminó jalando a Camino. Fue un punto de inflexión en mi vida. Otro más. Este 2012, también, empezaré la segunda mitad del Seminario. Me entusiasma poder decir, hoy ya en el 2012, “el próximo año termino el Seminario”, y entrar en cuenta regresiva.

¿Y qué (más) quisiera hacer este 2012, así, sin pensar en un orden especial? Mil cosas, desde luego, pero se me viene a la mente que quisiera caminar más. Amo caminar, solo o en compañía. Encuentro que es un buen momento para reflexionar. Muchas de las decisiones que he tomado en mi vida han venido a mi mente en momentos que he estado caminando. Me encanta sentir la libertad de trasportarme por mis medios, sin depender de ningún tipo de vehículo para hacerlo. Me gusta estar entre tierra y cielo, no entre el asiento de un auto y un techo… Quisiera leer más, empezando por varios libros que por ahora reposan tranquilamente en mi biblioteca, y, desde luego, todo el cúmulo de historietas de buen calibre que he comprado en los últimos 3 años y no he podido leer aún (ahí descansan nuevas cosas de Giménez, David B, Spiegelman, Satrapi, etc). Tengo, también, un par de novelas que dejé a medias y quisiera terminar… Quisiera, también, volver a jugar al ajedrez. Jugar, si no como antes, al menos con parte del entusiasmo que alguna vez tuve... Quisiera volver a ir al cine religiosamente. Ver todo aquello que me he perdido en los últimos años por falta de tiempo y cartelera (¡qué mala es la cartelera de Lima!, cuando hay tiempo no hay buenas películas, y cuando las hay, no hay tiempo)… Quisiera dibujar y empezar, al fin, un curso de dibujo, que he postergado por años tan largos, prácticamente desde que me volví en un coleccionista de historietas… Quisiera dormir más, tomar siestas más a menudo, hundirme religiosamente en una buena siesta cada sábado y domingo. Me están haciendo tanto bien últimamente… Quisiera, asimismo, darme el tiempo para escribir, que es un hábito que hago regularmente desde por lo menos hace 7 años, cuando descubrí que, aunque carecía de la habilidad para hacerlo, me gustaba sobremanera (quizás la razón de este pos muy largo) porque me ayuda a ordenar mis ideas, a expresar y visualizar mejor las cosas que llaman mi atención.

Todos estos quisieras son algunas cosas que deseo hacer, pero no son, definitivamente, las más importantes que espero en mi vida este año, sino aquellas sobre las que tengo cierto control. Digo esto porque las cosas más importantes en nuestras vidas escapan, irónicamente, al control de nuestras manos. Si pensamos en los hechos más trascendentes de nuestras vidas, como quiénes son nuestros padres, dónde nacemos, cuándo nacemos, cuándo morimos, quiénes son nuestros hermanos, vemos que tenemos tanto control de ellos como de la rotación de la Tierra. Cuando pienso en mi vida veo, asimismo, que las circunstancias que rodearon la mayor parte de los sucesos más importantes de ella han surgido de aspectos totalmente fuera de mi control. Tenemos mucho menos control sobre varios aspectos de nuestras vidas del que solemos presumir. Así, compruebo lo cierto que es de que no hay de qué afanarse. Lo único que podemos hacer es estar preparados para tomar decisiones acertadas en los momentos clave de nuestras vidas, en medio de esas circunstancias. El Señor hace todo lo demás.

Imagino que cualquier lector que precie su tiempo ya hace líneas atrás dejó de leer, pero continuo, con un deseo final. No sé qué ilusiones o desilusiones me deparará el 2012, no sé qué nuevas personas conoceré o quiénes de la gente que ahora forma parte de mi entorno queden atrás, como ha pasado antes y suele pasar en la vida de todos, pero espero todo con la misma actitud que he tendido en mis últimos años, sabiendo que, en medio de todo, el Señor está a mi lado. Aun cuando durante mucho tiempo hice todo por ignorarlo, Jesús me ha acompañado, a través de las palabras de mis hermanas, especialmente, desde que a los 14 años leí los evangelios. Entonces quedé seducido por aquél personaje de una lucidez intelectual que dejaba sin respuesta a sus interlocutores y poseía una sencillez de corazón extrema. Jesús fue la primera persona que supe que no discriminaba a nadie, a ningún nivel, y amaba a quienes se suponía debía guardar rencor. Un personaje lleno de amor, inteligencia y carácter. Alguien definitivamente único. Ahora, cada vez que me afano o preocupo por algo, pensar en Él me trae una paz que sobrepasa todo entendimiento (!). Pienso que ninguno de mis quisieras tienen la más mínima importancia si Él está ausente. Así, pensando seriamente, el único quisiera con el que me quedaría, no es uno para este 2012, sino para el último día de mi vida, aquel con el que podré mirar todo lo que habrá sido mi vida hasta entonces y poder decir lo mismo que dijo Pablo en una de sus cartas “he peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe”. Sé que no es poca cosa. Lo es todo y por eso lo anhelo de todo corazón.

Si yo te dejo

Empiezo mi primer post del año con una canción (¡otra vez!). Antes empecé con Mraz (2009) y Cerati (2010), ahora lo hago con Alex Campos, cantante cristiano de Colombia, y su canción "Si yo te dejo".


Si yo te dejo