jueves, 18 de octubre de 2007

"Abril Rojo" de Santiago Roncagliolo (Perú)

x Andrea Raimondo

Abril Rojo se desarrolla en la localidad peruana de Ayacucho, durante la Semana Santa del año 2000, y tiene como telón de fondo un clima de violencia descomunal generado por la barbarie de Sendero Luminoso y la "guerra sucia" contraterrorista del Estado. Esta novela es un enfrentamiento entre psicópatas y perdedores, que simboliza el choque entre un país de asesinos y un país que se niega a ver la realidad, según Roncagliolo, quien de una manera sutil cuenta la verdad y describe un conflicto político sin ilustrar ninguna ideología.

La violencia le da el escenario perfecto para hablar de la muerte y de la guerra, como así también le permite hablar de las partes más oscuras del ser humano, tema de gran interés para Roncagliolo. Y de la ambigüedad moral, esa extraña oscilación entre los psicópatas y los perdedores, y entre aquellos que obedeciendo las reglas no satisfacen sus ambiciones individuales. Abril Rojo ha sido traducida a otras lenguas lo que podria sugerir que la gente encuentra en esta historia sus propias guerras y lados oscuros.

El tema de la muerte y la sangre son recurrentes con planteos profundos y consecuencias hasta morbosas por momentos. Lo que se plantea en Abril Rojo al parecer de la muerte es con relación a que: “...el ser humano tiene alma en la justa medida en que es consciente de su propia muerte. Vivimos la experiencia de la muerte en otros, pero no la asumimos en nosotros. Por eso guardamos los cuerpos para la resurrección...”. Por otro lado, el significado que tiene la sangre en la novela es totalmente pagano, ya que se representa al sacrificio: “...en muchas religiones, los sacrificios de animales tienen el fin de ofrecer a los muertos la sangre necesaria para conservar la vida que se les atribuye. Vaciar la sangre de alguien es vaciar el cuerpo de vida para ofrecerle toda esa vida a un alma distinta...”. En fin, temas sobre los que Roncagliolo se explaya a gusto pues siempre quiso escribir una novela sobre lo que ocurre cuando la muerte se convierte en la única forma de vida.

El personaje principal encarnado en el fiscal distrital adjunto Félix Chacaltana representa un argumento clásico en la novela negra: el oficial que, no contento con el cierre que la policía le ha dado a un caso, decide seguir investigando fuera de los procedimientos oficiales, removiendo las aguas para acabar descubriendo la auténtica verdad. Chacaltana es el antihéroe, ha escogido la bondad, seguir puntualmente las reglas que le garantizan que va a ser bueno, no quiere plantearlas ni reformularlas, él sólo quiere seguir en su pequeño mundo que le ofrece el marco de la ley y que le hace sentir que esta en lo correcto. El problema es que él irá descubriendo que ni haciendo lo correcto, ni mucho menos siendo escrupulosamente observador de las leyes, es una persona buena. De alguna manera esta novela narra la crisis moral, la crisis de fe, y la pérdida de la inocencia de Chacaltana.

Abril Rojo representa, según el autor el silencio que queda después de la violencia. Roncagliolo reconoce haber tenido influencia del cine, los medios de comunicación y hasta de las historietas. Era su intención que el narrador desaparezca, que los lectores entren en la historia y se olviden de quién la está contando. Por eso el lenguaje de esta novela es tan visual.

Uno de los miembros del jurado del Premio Alfaguara de Novela 2006 comentó en su momento
que Abril Rojo es una descripción casi policial de lo que sucede en los seres humanos por cuenta de la política. Abril Rojo cuenta con un fondo de miedo profundo, pues indaga en ciertos tipos humanos y en las circunstancias de un tiempo y un país. Los personajes de esta novela tienen mucho carácter, no se mueven porque sí o por capricho del autor, sino que todos tienen algo que ocultar, algo que temer, algo que olvidar, y en función de esta lógica interna actúan. Son personajes de carne y hueso plantados ante situaciones límite.

Abril Rojo cuenta con un elemento interesante al inicio del relato pero que no se cristaliza y ni siquiera es funcional para la solución del caso, se trata de las cartas de mala ortografía. Es el vicio del guionista el que lo impulsa a redactar esas frases dramaturgas, que rebajan la atmósfera angustiante y verosímil de algunas escenas. Por otro lado, la metamorfosis de Chacaltana de timorato fiscal a pistolero audaz y detective con capacidad de deducción; y el desenlace efectista que se contradice con las pistas planteadas a lo largo de toda la novela producen algún que otro quiebre en el relato que constantemente cuenta con cortos preámbulos que anticipan cada crimen.

“Eliminemos de una vez por todas las ansias de héroes criminales que perturban la paz en aras de ambiciones o ideales descomunales. La única lucha que vale es la de una causa justa y sin excesos de poder".

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